El concepto del olor en VLR es el elemento central y dominante dentro de nuestro proyecto. Tanto los aromas materiales como los de las personas configuran un entorno particular, el cual interactúa de manera invisible e intangible con todo aquél que se desenvuelve dentro del espacio público y privado. En este caso particular, en PLAZA DE LA AMISTAD (PDLA) confluyen una serie de factores como los árboles, el viento, la gente, la basura e incluso las fecas los cuales terminan por configurar un mapa olorífico u aromático característico y complejo a la vez.
Un elemento clave es el nexo existente entre el interior de las casas colindantes a PDLA y la plaza como tal. Se da en ocasiones (como por ejemplo en periodos estivales de altas temperaturas) en donde la gente, las familias, abren sus puertas, sus ventanas, exponiéndo el olor propio y particular de cada hogar hacia el exterior, fundiendo su particularidad en un colectivo general. Olores a comidas caseras, muebles, incluso ropa se mezclan con los ya señalados olores de la plaza determinando aún más las sensaciones olfativas y sensitivas que se dan al interior de PDLA. El olor es entonces el vehículo que rompe con las barreras físicas tan propias de VLR; los aromas ignoran rejas y cercos dejándose llevar por la brisa y el viento. Nace entonces un carácter simbólico fundamental propio del olor: en un lugar dónde las barreras físicas son propias, necesarias y fundamentales estableciéndo en cada punto un adentro y un afuera, seguridad versus exposición, etc. el olor y el aroma rompen con este formato o esta ley tan propias del lugar por el hecho de ser VOLÁTIL, INTANGIBLE y puramente SENSITIVO.
Un elemento clave es el nexo existente entre el interior de las casas colindantes a PDLA y la plaza como tal. Se da en ocasiones (como por ejemplo en periodos estivales de altas temperaturas) en donde la gente, las familias, abren sus puertas, sus ventanas, exponiéndo el olor propio y particular de cada hogar hacia el exterior, fundiendo su particularidad en un colectivo general. Olores a comidas caseras, muebles, incluso ropa se mezclan con los ya señalados olores de la plaza determinando aún más las sensaciones olfativas y sensitivas que se dan al interior de PDLA. El olor es entonces el vehículo que rompe con las barreras físicas tan propias de VLR; los aromas ignoran rejas y cercos dejándose llevar por la brisa y el viento. Nace entonces un carácter simbólico fundamental propio del olor: en un lugar dónde las barreras físicas son propias, necesarias y fundamentales estableciéndo en cada punto un adentro y un afuera, seguridad versus exposición, etc. el olor y el aroma rompen con este formato o esta ley tan propias del lugar por el hecho de ser VOLÁTIL, INTANGIBLE y puramente SENSITIVO.
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